Desde el Morro

Para todos los que solemos entrar acá, el Morro era un jugador que queríamos en nuestro club. No sé si por su estilo de juego, por su olfato goleador, por el carisma que parecía irradiar cuando andaba rondando el área, todos lo queríamos en nuestro 11. Y poco se sabía de su ausencia en estos últimos partidos del Tomba, se hablaba de problemas con la dirigencia o con el DT, pero no mucho más.

Hasta ayer, que nos enteramos de su realidad. Tarde, como casi siempre, como los defensores que intentaban anticiparlo en el área chica, llegamos a la verdad. El Morro estaba mal, con tratamiento psiquiátrico, atravesando un duelo como es el de un matrimonio roto y una ausencia irremplazable como es no poder ver a una hija por el tema del COVID. Y los mismos que hoy te cuentan eso, son los que no la vieron venir, los que apuntaban a temas futbolísticos o de trato con el DT, los que hablaban cuando jugaba o especulaban cuando no.

Ninguno de esos se preguntaban verdaderamente qué le pasaba al Morro.

Hace un tiempito, cuando Boca quedó afuera de la Libertadores frente al Santos, me animé a esbozar entre las causales del bajón de algunos futbolistas situaciones personales. La internación del padre de Tevez, el suicidio del hermano de Wanchope, la separación que atravesaba Salvio. Y, casualmente, todas esas cosas salieron a la luz o bien cuando el jugador así lo quiso o luego de consumada la eliminación. En el durante, incluso así lo supieran o no, se los siguió midiendo con la vara de la excelencia, sin tener en cuenta una cosa: Esos 11 millonarios que patean la pelotita también son humanos.

Y a veces por más guita que te entre, por más fama que tengas, por más gente que invoque tu nombre en una cancha, si estás mal, hermano, estás mal. Así estuvo el Morro y nadie, repito, NADIE dijo nada.

Sabés por qué? Porque te pueden perdonar un esguince, una torcedura, un pinchacito muscular. Pero estar mal del bocho no, eso no se perdona y, lo que es peor, de eso no se habla. Y un problema de la mente puede ser peor que una fractura expuesta porque no tiene operación que te ayude y, mucho peor, cuando todo esto se tapa.

Los problemas psicológicos en los jugadore son como el cáncer en los famosos. Nunca te enterás bien hasta que es demasiado tarde, todos los famosos mueren «después de batallar contra una larga enfermedad», nunca tuvieron cáncer de colon, de pulmón, de lo que sea. No se la nombra. acá es lo mismo, y lo peor es que ni siquiera se respeta el tratamiento. Porque cueno el Morro arrancó con problemas, desde la dirigencia en vez de apoyarlo eligieron ponerle los focos de frente decir que era un «lider negativo», que lo importante eran los puntos por sobre lo personal. Estar triste es negativo. «Soy feliz, soy feliz, vamos que la vida es una fiesta» y siga, siga, Lamolina.

Que un líder necesite ayuda psicológica se toma como una debilidad, cuando es precisamente todo lo contrario. Hay que tener muchos huevos para aceptar que estás hasta las bolas y necesitás una mano. Y también es algo sabio y sano, porque frente a un quilombo por lo menos vislumbrás que en algún lugar por lo menos hay una mano que te puede sacar.

Y acá fallan los clubes que no saben contener y se piensan que son «boludeces» que tienen que solucionar los jugadores, falla Agremiados que nunca se preocupa por meterse en este tipo de problemas y también en el post futbol (Cuántos ex futbolistas terminaron como el Morro? Cuantos pibes que no llegaron terminaron igual?), falla la prensa que prefiere pegar que salir a hablar sobre el problema, pero no desde el show sino desde la contención, desde la promoción de la charla de estos temas. Desde dejar de tapar para empezar a visibilizar algo que es cada vez más frecuente.

«Y cómo se va a hacer problema con la guita que gana?», «Cómo se iba a sentir solo si lo quiere todo el mundo?», «Cómo iba a estar mal si estaba en su lugar en el mundo?» Sirve para el Morro, sirve para Maradona, la guita y la fama no te compran la felicidad ni a gancho. Puede tapar, puede suplir, puede ser una rueda de auxilio pero una vez que pinchaste, te quedaste en el medio de la ruta.

Y quiero cerrar este texto con una reflexión final sobre la depresión y sobre el suicidio. Muchas veces se habla de gente débil, que no pudo tener el valor para afrontar sus problemas, que no tuvo los huevos para seguir adelante. Yo te digo que cuando estás en un edificio y mirando por la ventana te preguntás desde qué piso te tendrías que tirar para que no haya ninguna opción de superviviencia, no lo hacés por falta de huevos, sino porque pensás que la única salida es una ventana.

El Morro vio la salida en un arma, imaginate su desesperación que pensaba escapar por el hueco del cañón.

No digo que se les perdone todo, que se los proteja como si fueran de cristal, sino que no olvidemos que todos esos quee llevan la camiseta del club de nuestros amores cargan una vida por la espalda. Y que los podemos elevar a nuestros olimpos personales, pero no dejan de ser tan terrenales como cualquiera de nosotros. Y si alguno anda con necesidad de que se le tire un centro, tengan los huevos de levantar la mano y meterse en el área que algún centro.

Morro, que arriba te llegue limpia y de cara al arco.