Partidos Completos Appreciation Society – Volumen 25: Estrella Roja (YUG) vs Colo Colo (CHI) – Copa Intercontinental (1991)

Vigésimoquinta entrega de esta sección, dedicada a demostrar que si algunos poderosos no van más allá de los 2000 es porque les importa una mierda el archivo. En esta ocasión, comunismo, vientos de cambio, fin de dictaduras, guerras civiles, equipos revelaciones, one hit wonders, y pasados que nunca volverán, todo por el mismo precio. Vea y Lea (?).

Antecedentes

Como habrán notado, a lo largo de esta sección habrán notado que los criterios para elegir los partidos fueron bastante amplios –y no sólo por las veleidades de la geografía-. A veces nos importaba el partido como acontecimiento, a veces el partido era una excusa para repasar una época, ya sea en general -una época histórica- o un período particular para uno de los equipos involucrados. Pero esta edición tiene algo para decir sobre ambos equipos. Y no sólo porque fue un hecho verdaderamente irrepetible para ambos, o porque coincidió con momentos históricos particularmente inolvidables, sino también -y enfatizo el TAMBIÉN porque esa es la otra rareza de este post- porque hay una mínima conexión, algo que era mucho menos común en tiempos donde el fútbol estaba un poquito (?) menos interpenetrado y globalizado.

Arranquemos por el lado sudamericano. Si la década de los setenta es un hito remarcable en toda Sudamerica, fundamentalmente por ser el momento donde los milicos entrenados y entenados por EEUU se dedicaron a gobernar y matar en función de aquellos intereses -y los del capitalismo occidental y cristiano, en general-; en Chile el punto de arranque comienza en 1973, después de que Augusto Pinochet tomó el poder. La dictadura trasandina, además de la persecución, cárcel, masacre y terror contra todo aquel que osara defender a la clase trabajadora; se distinguió de sus hermanos de sangre derramada (?) en la aplicación mas cabal de las recetas económicas mas apologéticas del libre mercado –ahí tienen la explicación mas corta, y aquí un documento irrefutable-. Pero, como ni siquiera el poder dictatorial exime de ciertas estrategias –y mucho menos en un país que aún conservó la propiedad estatal del cobre-, la dictadura del admirador del Generalísimo debió sortear altas y bajas hasta el momento de su final. Y el fútbol, como otras actividades, fue un buen observatorio de aquellas situaciones.

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Recordemos que ya la dictadura había demostrado un notable interés en aquel, como
sospecha cualquiera que recuerde el famoso Gol Fantasma. Lo que es menos sabido, es la situación del fútbol chileno a nivel local. Y ahí es donde arrancan los claroscuros.
Porque, si bien no hubo persecuciones directas a futbolistas, dirigentes, o al público
en los estadios –a diferencia de lo que nuestro Proceso hizo con la hinchada de Chicago-, el Estado intervino en el fútbol, tanto para meterle mercado como para patrocinar con criterio instrumental.

Por el lado del mercado, porque el pinochettismo fue el inicio de las sociedades
anónimas en el fútbol chileno. Y en esto nuestro homenajeado -el Colo Colo- sería un
verdadero balón de ensayo; ya que, tras meterse la ACF –hoy la ANFP, intervenida por un ex director de Carabineros (!)– en las elecciones internas del club en 1976, una de sus consecuencias fue la entrada del Grupo BHC –conocido por el simpático sobrenombre de Los Pirañas– como gerenciador de la institución. Y, al mejor estilo del Racing de Marín, sólo pudo exhibir la consecución del torneo de Primera en 1979, para luego huir del Cacique en 1979, dejandole flor de buraco (?) a las arcas del club -aunque no sería el único, ya que el grupo quebraría en 1983 y dejaría un tendal que ni la Tulsaco de Aristarain (?)-. Como bien sabemos, ese puntapié lograría prosperar después del retiro del siniestro Augusto hacia su banca de senador vitalicio, como tantas cosas que generaban protestas populares hasta la llegada de la pandemia.

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Por el lado de la intervención política, también sería notorio el interés de la
dictadura. Desde pautar partidos de los equipos grandes del país para cada aniversario del golpe, pasando por la creación de clubes -el mas importante, el propio Cobreloa, que brillaría durante esos años (supuestamente, para distraer a uno de los grupos obreros mas poderosos y combativos como los mineros)-, o el auge de equipos medianos y chicos en desmedro de los grandes -serían épocas de gloria no sólo para el novel Cobreloa, sino también para equipos como el Palestino de Jorge Figueroa o la Unión Española (que ya desde el escudo te señala la ideología)-: Colo Colo sólo ganaría aquel torneo de 1979, mientras que tanto la Católica -a principios del período- como el Romántico Viajero -a finales de los 80- conocerían la Segunda División. Y eso sin olvidar el esperpéntico intento de hacer un Torneo de Treinta Equipos de 22 equipos –como el de 1983, que terminó recién al año siguiente (!)– y hasta de 26 equipos, en una liga que antes de 1973 recién había pasado de los 10 a los 16 equipos.

Pero, más allá de que como vimos, el Cacique no gozó de particulares alegrías durante el período, se lo acusaría de ser beneficiado por el régimen. Y eso se haría no sólo
comparándolo con la suerte de sus mas encarnizados rivales, sino por medio de dos
sucesos. Uno sería la presunta simpatía del dictador para con el club albinegro –como
pasó con Franco y el Real Madrid o con Videla y River-. Y la otra sería la
construcción del Monumental chileno, donde el equipo haría de local –la obra sería
completada a fines del período, gracias al millonario pase de un jugador al fútbol
italiano sería la historia oficial, gracias a una venia económica del dictador según
otros igual a lo que dicen de River y el Monumental-.

Acariciando lo áspero

Pero, junto con los aires de cambio político y la decadencia del régimen –que motivaría
el famoso Plebiscito de 1988-, el Cacique comenzaría a desandar el camino que lo dejaría en la gloria continental. Y empezó con un inocente torneo sub-20.

Ese torneo sub-20, disputado durante octubre de 1987 precisamente en el país con la
forma de la cara de Dady Brieva (?), traería cuestiones bastante relevantes. La primera, bastante importante para el otro equipo de este post, fue su campeón, una selección yugoslava que metió una verdadera generación dorada: Brnovic, Jarni, Stimac, Boban, Mijatovic, Suker, Prosinecki -entre otros, los llamados Cileanci– ganarían de punta a punta el torneo. La otra, que sí sería mas pertinente para el Albo, sería que aquella selección estaría dirigida por un tal Mirko Jozic. Precisamente Jozic, viendo que tal vez se venían tiempos difíciles en casa, terminaría recalando en Colo Colo. Primero, por un año –durante 1988, cuando el Albo festejaría el descenso de la U de Chile-, para dirigir a las juveniles; luego en 1990, ya al frente del primer equipo –que quería defender el torneo de 1989– y junto con un tachero argentino (?) en las inferiores.

Out of Time

Y, justamente, ahí arrancaría la era de gloria del conjunto colocolino. Porque no sólo
alcanzaría el bicampeonato local, sino que lo haría con un fútbol mas ofensivo que
solventaba la ambición del DT por buscar una Copa Libertadores esquiva al fútbol del
país. Pero precisamente, eso también iba a cambiar. Porque en 1991, en una copa donde destacaría el hecho de ver colombianos jugando en Miami (!), los Albos ganarían su grupo frente a Deportes Concepción y los ecuatorianos del falso Barsa y de Liga. Una vez en la parte que importa de la Copa, eliminarían sucesivamente al Universitario peruano, al Nacional uruguayo y Boca -en aquella famosa serie del quilombo y donde Ron le hizo las nalgas al Mono (?)– para disputar la final frente al campeón defensor Olimpia. Y, después de un empate sin goles en Asunción, Colo Colo aplastaría 3-0 al Decano en Santiago para darle al fútbol chileno la única Libertadores de su historia. Con ese título en las vitrinas, y a un paso de coronar tricampeonato -mientras la U terminaría en Promoción y zafando de otro descenso-, el equipo Albo viajaba hacia Tokio para disputar la Copa Intercontinental contra otra revelación continental.

Y ese equipo era el Estrella Roja de Belgrado. Pero, para ordenar una historia aún más
jugosa que la de su rival, iremos por partes. Primero, haremos una breve reseña de aquel país de TEG (?) conocido como Yugoslavia. Segundo, enfocaremos la lupa en la Yugoslavia de los 80, sacudida por los cambios económicos y políticos que harían efervecencia al calor de la construcción del campeón, y luego nos meteremos con la trayectoria particular del campeón europeo.

Cuando la Primera Guerra Mundial acabó en 1918 con la derrota de las llamadas «potencias centrales», coincidió con dos problemas. Uno era la existencia de una revolución marxista en curso, que amagaba con barrer capitalistas a lo pavote; y la otra era el hundimiento de imperios multinacionales. Uno de ellos era el llamado Imperio Austro-Húngaro, en cuyo territorio iban incluídos algunas de las naciones balcánicas, mientras otras provocaron la detonación oficial de la guerra -salvo que crean que Franz Ferdinand era sólo un grupo musical (?)-. La política del garquerío imperialista ante esos problemas –agravado por el chamuyo del presidente yanqui Woodrow Wilson favorable a la autodeterminación de los pueblos– fue aborto para unos y banderitas estadounidenses para otros mandatos para los territorios coloniales –la versión imperial del chamuyo sobre enseñar a pescar (?)-, y estados artificiales para los países europeos mas barderos (?).

Nevermind

Entre los ejemplos del segundo tipo estaba, precisamente, Yugoslavia, un estado producto de rejuntar un puñado de nacionalismos cuyo egos, ambiciones y orgullos eran inversamente proporcionales a sus capacidades. Y, como era de esperarse, el experimento tuvo unos primeros treinta años de quilombo -con monarquía y autoritarismos incluídos-, aunque relativamente similares a la «guerra civil europea» que era el continente en el período de entreguerras. A grosso modo, todo se terminó de ir al carajo cuando el Eje, en plena preparación de la campaña contra la URSS, tomó el territorio y disolvió de facto el país; en el transcurso de dicha ocupación, el territorio se dividió entre particiones -parte del mismo se repartió entre Bulgaria y la Italia fascista-, gobiernos petainistas (?) -como el de Nedic en Serbia-, colaboracionistas abiertos y orgullosos -los ustachás de Pavelic en Croacia, que obtuvieron el Estado independiente deseado-, colaboracionistas con alma de oportunistas -la guerrilla chetnik, de inspiración serbia-. Contra todos esos turros (?), los que quedaron del lado correcto de la historia fueron los partisanos comunistas, dirigidos por un croata que, además de resultar el mas digno de los hinchas pincharratas (?), sería el que terminaría ganando la guerra en ese rincón del mundo. Nos referimos a Josip Broz, más conocido como Tito, que gobernaría Yugoslavia hasta que decidió dejar de respirar.

Ustedes se preguntarán ¿cómo carajo hizo Tito para gobernar el quilombo revoltijado que era ese país de mierda? Simple: si Tito fue lo suficientemente bicho para hacer la suya en plena Guerra Fría -recordemos que fue un gobierno comunista, pero mirado de reojo por el estalinismo, y que hasta le dieron los huevos para ser uno de los fundadores del Movimiento de Países No Alineados-, el quilombo yugoslavo era pan comido (?). Al menos, durante la primera parte. Porque, como pasó en el resto del mundo –y como pispeamos en otra edición-, los vientos de cambio ni los de Scorpions ni los del Grupo Soñador (?); el final de la década del sesenta y el principio de la siguiente fueron tiempos de turbulencias. Precisamente, por esos tiempos Tito patearía los quilombos nacionalistas con la reforma constitucional de 1974, que les daba un par de boludeces a las veleidades de las Repúblicas Federadas. Hasta 1980.

¿Y porqué 1980? Porque, como decían Los Ladrones Sueltos… y de repente murió Tito, qué cagada (?). Y ni siquiera la solución de hacer una presidencia rotativa (!) aplacó lo
evidente: que las dos principales Repúblicas tenían ganas de irse a los bifes. Esas eran
Serbia –o los boluditos que balearon un Archiduque– y Croacia –o los putitos que
resultaron mas antisemitas que Hitler-. Lo que ocurrió a lo largo de la década resulta
–aún a riesgo de una lectura demasiado hecha con el diario del lunes-, el
deshilachamiento de la unidad yugoslava, que tendría su punto de no retorno en 1990.

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Pero, contrariamente a lo que esa lectura post facto sugiere, no era inevitable la
debacle total. Y el fútbol aporta argumentos para ambas vertientes, pero por ahora nos metemos con las unionistas. Y aquellas, además de la existencia de equipos como Velez Mostar –o los titoístas que combinaban comunismo con cambiarle la letra a Blame It On The Boogie (?)-, están en la base del rival del Colo Colo. Nos referimos, por fín, al Estrella Roja de Belgrado, que en medio del espeso clima del fútbol yugoslavo -donde a los tradicionales amaños (producto de las pujas entre las camarillas de Europa Oriental), se le sumaba una prometedora combinación entre termismo patriotero y amor por el quilombo en forma de hooliganismo-; había construído un verdadero equipo multinacional, como los Cileanci: cuatro serbios, tres montenegrinos, dos macedonios y un croata, a los cuales se le sumaría –aprovechando el desbande previo de Ceaucescu y la doña la experiencia comunista en Rumania– un rumano, precisamente del Steaua Bucarest, padre del Barsa e hijo de River animador por entonces de la Copa de Europa.
Esta vez, aprovecharon que el Milán –que en otra edición los había dejado afuera con
polémica– cayó eliminado en cuartos, se enfrentaron en la final a su verdugo, el Olympique de Marsella, en Bari. Para ello, habían dado cuenta del Grasshopper suizo, del Rangers escocés, del Dynamo Dresden de la Alemania víctima de la STASI (incidentes de los germanos incluídos), y del Bayern de la Alemania cerdocapitalista. Para desgracia de Bernard Tapie y del Partizan, ganó el equipo que se estaba convirtiendo en una rareza, lo cual le dió la oportunidad de disputar su única Copa Intercontinental.

El Partido

Fecha: 8/12/1991
Estadio: Nacional de Tokio.
Botones de ocasión: Kurt Röthlisberger (SUI); Samuel Yam-Ming Chan (HKG) y Kiichiro
Tachi (JAP).

Alineaciones

Estrella Roja (YUG): Milojevic (1); Belodedici (5), Radinovic (2), Najdoski (6),
Mihaijlovic (11) y Vasilijevic (3); Stosic (7), Jugovic (4), Ratkovic (8) y Savicevic
(10); Pancev (9). DT: Vladimir Popovic.

Suplentes: Lekovic, Nedeljkovic, tu vieja en Tanjga, Ivic.

Colo Colo (CHI): Morón (1); Garrido (6), Margas (4), Ramírez (3) y Salvatierra (8);
Mendoza (2), Vilches (5), Barticciotto (7) y Pizarro (10); Yañez (9) y Martínez (11). DT: Mirko Jozic.

Suplentes: Ramirez, Perez, Dabrowski (14), Ormeño, Rubio (16).

Primer Tiempo (arranca a los 2:38)

Thelma & Louise

– Ambos con diferente dibujos táctico. Los serbios yugoslavos van con un 5-4-1, aunque con bastante calidad. Mientras tanto, los traidores (?) van con un 4-4-2 que se augura ofensivo. Veremos que carajo sale.
– Tenemos estática ponja, pero comentarios en inglés. Hermoso volver a escuchar las
vuvuzelas de la Intercontinental…
– Se ve que no era época de grandes marcas: los rojiblancos usan Hummel y los chilenos usan PONY. Ah, y un tamaño de numeración que hasta Stevie Wonder podría verlos (?).
– Aunque usted no lo crea, el que va al ataque es el equipo chileno, a pesar de que
tienen pinta de limitados. Como se van a cagar contra un equipo chilote, yugoslavos del orto (?). Emociona el parecido de Jozic con el Pistola Gamez cosecha 86, y las pintas de ramonero mapuche que porta Mendoza.
– Ahora empareja un poco el Estrella. Que malo es Barticciotto… y que lindo como
murrean los yugoslavos.
– Hasta que uno se aviva que Jozic tenía un traductor pegado a él, y éste a su vez al
lado del micrófono. Por eso uno lo tiene como tercer relator de fondo (!). Por ahora,
sólo un tiro libre frontal y previsible de Pizarro fue lo mas parcido a una llegada de
gol. El Colo Colo es mas impulsivo, pero muy tosco, el Estrella Roja es prolijo, pero
muy pausado.
– Y el Estrella Roja abre el marcador (20′), cuando Savicevic recibe un pelotazo contra
la derecha, aguanta al marcador, gira y logra meter un pase hacia el corazón del área. Allí, Jugovic entra muy solo -un HORROR de los centrales chilenos- y define magnífico, casi con desprecio, ante la salida de Morón. 1-0 para el Estrella Roja.
– Veo que Pizarro tiene una cinta de capitán con la bandera alemana. Todavía no sé si lo hacía por similitud entre los uniformes de la Mannschaft y del Cacique, o si es una de las marcas de agua del resentimiento chileno contra cualquier argentino (?).
– A esta altura, lo del ayudante de Jozic se parece al sketch de Capusotto con la novia
chilena de John Lennon (?).
– Ahora los yugoslavos dominan el partido. El colocolino que en los comentarios de
Tutubo decía que el Cacique jugó mejor es, hasta ahora, un versero: hasta once
Condoritos eran mas dignos que estos turros.
– Tengo una teoría: si en los noventa eras argentino, blanquito y con el pelo largo, en
Chile te ponían de titular en un equipo grande. Ahí están Barticciotto, Morón y Leo
Rodríguez para reafirmar mi punto. Gorosito era la excepción a la regla (?).
– Yañez pudo haber aprovechado un cagadón de la defensa europea -dos de los defensores se marcaron solos (!)-, pero el boludo, como no llegaba corriendo, se tiró hacia la pelota como si estuviera jugando a las TMNT del Family Game (?). Y eso es lo mas parecido a una llegada del Cacique después del gol.
– Y justo cuando se terminaba el primer tiempo, Savicevic se carajeaba en esperanto (?) con Ramirez (el 6 blanco). El resultado fue que el polvorita de Dejan lo tumbó al
chileno y el referí le mostró la roja directa, y amarilla para el chilote. Un termo
hermoso el 10 yugoslavo, aunque por desgracia la transmisión no lo pudo captar bien.
– El resultado está bien: gana el que tiene mejores jugadores, aunque un poco pajeros y termos. El Cacique es voluntad, pero salvo la enjundia de Barticciotto y Yañez, mas lo
que le pinte a Pizarro, no tiene con qué jorobar.

Segundo Tiempo (arranca a los 49:13)

Innuendo

– Arranca el complemento. Veamos si los chilenos aprovechan el regalo de Savicevic,
haciéndose expulsar por boludo.
– Amonestan a Sinisa por revolearle un patada de atrás a Mendoza. El peinado
patrickswayzeístico (?) del facho este…
– Hay que decirlo: QUE HORRIBLE ERA COLO COLO. POrque ni con diez amagar por mérito propio a jorobar a los yugoslavos. Si el partido está abierto aún, es porque los
europeos decidieron defender a las patadas, a ver si se quedan con nueve (?).
– Y por fin llegó el segundo gol yugoslavo (13′). Después de alternar prolijidad, fuerza
y suerte. Jugovic se encuentra la pelota dentro del área y la pone en el ángulo superior derecho del arco de Morón. 2-0 y andá a cantarle a Victor Jara (?).
– Ahora saco a quien se parece el DT del Estrella Roja: es la versión jovata y comunista
de Fredo Corleone (?).
– Entre Rubio (16) por Martinez (11) en el Cacique (16′).
– Otra vez, el Estrella Roja le deja tener pelota y campo al Cacique, pero es cada vez
más tranquilo. El Colo Colo sigue siendo pura impotencia.
– Entra Dabrowski (14) por Salvatierra (8) en el Cacique (20′).
– Dabrowski sigue aportando elementos a mi teoría, esta vez desde el banco. Al menos
Rubio es un poco más movedizo. Mientras, Yañez se come el descuento de Colo Colo, en la ocasión más peligrosa del partido para el Cacique (22′).
– Y pasó lo que tenía que pasar. Esta vez, los yugoslavos salieron bien de contra.
Radovic salió impecablemente del fondo y tocó para Jugovic, ubicando en el centro del
campo. el goleador remontó la cancha y abrió a la izquierda para la trepada de Sinisa.
El facho bancó la marca de Margas y centró por bajo hacia el medio para que Pancev la empujara sin problemas al fondo de la red. 3-0 y ¿lo digo o no lo digo? (27′)
– La razón es lógica: por mucha voluntad, enjundia y garra que le pongas, muchas veces no alcanza si el otro tiene mejores jugadores que vos. Y, en algunos casos, ni siquiera aunque alguno que otro sea mas termo y pajero que los tuyos. El resultado es excesivo, pero los goles se hicieron y no hay nada que discutir.

Links alternativos: 1 – 2 – 3

Consecuencias

Ácido Argentino

Del lado chileno, la derrota dolió, pero terminó siendo un final y un principio. Un
final, porque el equipo coronaría el tricampeonato local al volver de Tokio; pero en
1992 la Recopa Sudamericana -obtenida en Tokio por penales frente al Cruzeiro, ganador de la Supercopa- y la Interamericana -obtenida por paliza frente al Puebla-, dejarían gusto a poco: en Libertadores caerían en octavos frente al equipo preferido de martincx (?) -recordemos que en esa instancia ingresaba el campeón defensor por entonces-, y Cobreloa le cagaría el tetracampeonato. En 1993 recuperaría el título, pero sólo a modo de despido de Jozic –y de Pekerman, que al rato mandaría un CV a Viamonte-, quien arrancaría su gitanismo -incluído un escueto paso por la selección chilena-. Y un principio; porque Colo Colo, además de quedar como el único equipo chileno que sabe cuánto pesa LA COPA, no dejaría su lugar de privilegio dentro del fútbol chileno… aunque sí, finalmente, caería en las garras del capital privado a partir de 2005.

Respecto al Estrella Roja y a Yugoslavia, nos habíamos quedado en el olor a quilombo en puerta. En 1987, el poder dentro de la República Federal le caería a un tal Slobodan
Milosevic, que de paso daría un poquito más de alas a las veleidades del supremacismo
serbio –y de paso, a las resistencias del nacionalismo croata, tanto en las vertientes
mas afines al sistema económico como a ciertos sectores mas nostálgicos del período
ustachá-. Y ese enrarecimiento del ambiente, como era de esperarse en clubes dominados por grupos con poder político, se trasladó al deporte en general y al fútbol en particular.

Y no faltarían las ocasiones para demostrarlo, desde la final del Mundial de basquetbol en la Argentina de 1990 -que tendrán en mente aquellos que vieron Once Brothers-, hasta otros sucesos más relacionado al fútbol.

Y el más destacado fue el llamado Maksimir Riot, cuando, en medio de un clima espeso
donde los caracterizados del Estrella Roja (que hacía de local) y del Dinamo Zagreb se
turnaban para tomarse Belgrado como una misión del Hooligans (?), el clásico terminó
suspendido y nos dejó la famosa estampa de un joven Zvonimir Boban encarando a la yuta serbia. Por supuesto, además de convertir a Boban en el Drazen Petrovic del fútbol aunque sin accidente mortal, empezó a mostrar que estaba todo mal.

Harley Davidson and the Marlboro Man

Y esa situación no sólo se notó en el devenir de la moribunda Liga yugoslava, sino en el
fútbol de selecciones y en los amistosos. Primero, cuando en un amistoso frente a Australia en Oceanía -donde había una buena colonia de croatas- el Hajduk Split habría sacado la estrella roja de su escudo y comenzó el amague a cambiarlo por la enseña cuadriculada croata. Luego, cuando Yugoslavia obtuvo la clasificación a la Eurocopa de 1992 derrotando como visitante a Austria -lugar donde también existían afinidades hacia el renaciente nacionalismo croata-. Y, finalmente, cuando esa combinación entre termismo nacionalista y hooliganismo degeneró en la oficina de reclutamiento de un grupo de carniceros. Porque de las entrañas de esa facilidad para conectar política, nacionalismo e hijaputez, saldrían tanto la tristemente célebre Guardia Voluntaria Serbia, como su líder, el famoso Arkan.

De este modo, para cuando se jugaba la Intercontinental, el Estrella Roja ya era
prácticamente -y a pesar de su composición- un equipo que representaba al bando serbio –a tal punto que sus hinchas se quejaban de que los croatas no se enorgullecían del logro yugoslavo (?)-. Precisamente, al tiempo que Yugoslavia se hundía en la guerra, la desintegración, y el carnaval sangriento que haría racional a Serbian Film (?), se ejecutaba la agonía del fútbol yugoslavo. De este modo, el Estrella Roja debió intentar la defensa de su título prácticamente fuera del país, logrando sostenerse en el grupo semifinal -novedad en la ahora llamada Copa de Campeones- junto a Sampdoria, Anderlecht y Panathinaikos –por supuesto, fue la Samp quien ganó el grupo y perdió la final con el Barcelona de Cruyff-. Entre 1992 y 2000, el equipo sólo disputó una liga -dado la situación de Liga- y la ganó el Partizan, aunque sí jugó -y ganó- Copas locales -ya con la Yugoslavia amputada-. Sería la Cup Winners Cup de 1998/99 -torneo que, por entonces estaba tan agonizante como la unidad balcánica- la última competición de fuste que disputaría, antes de quedar relegado a los segundos planos hasta el día de hoy.

Precisamente, aquella Champions de 1991/92 sería el punto del desguace definitivo de
aquel plantel. Belodedici se mantuvo activo hasta el 2000, pero sólo destacaría por
errar el penal que dejaría a Rumania afuera de las semis del Mundial de 1994. Jugovic y Mijailovic desarrollarían sólidas carreras en la Serie A. Pancev tendría su pase al
Inter de Milan, pero no rendiría y terminaría vegetando en equipos chicos -Leipzig y
Fortuna en Alemania, Sion en Suiza-. Savicevic brillaría en el Milán durante un tiempo -de hecho participaría en la final de 1994 frente al Barcelona- y sería el único que volvería a robar gastar parte de sus últimos cartuchos en su antiguo club.
Pero sería el DT, Popovic, el que se ganaría el premio al baldosero deluxe, con uno de
los peores pasos en la historia de la selección peruana, y con un paso irregular en el
Millonarios antes de retirarse dirigiendo al Caracas (!).

Hasta todos los momentos…

Naked Gun 2 1/2

On Every Street

Volúmenes anteriores: 1-5,6-9,10 A y B,11-15,16-20,21,22,23,24.

Extras: America de Cali vs River (2003, por George) y Brasil vs Argentina (Eliminatorias 2006, por martincx)

Fuente preferida (?) del post: Mills, Richard; The Politics of Football in Yugoslavia:
Sport, Nationalism and the State; I.B. Tauris; 1918 (disponible en PDF y EPUB).